miércoles, 16 de octubre de 2013

Adios, Lunazul...

Podría tratar esto como una despedida emotiva en la que agradecer a la gente que se ha cruzado por mi camino todo lo enseñado. Pero ya agradecí en su momento los conocimientos, ayuda y compañía recibidos.

Esto va a ser más una explicación de porque ya no es más necesaria Lunazul y porque debe desaparecer. 
No sé si contarlo como un entretenido cuento (real) o como una noticia sin más parafernalia. Dejemos que surja, como siempre. 

Todo empieza con el comienzo de este último año. Año que ha estado cargado de mazazos sentimentales por muy diferentes circunstancias que no importan ya y por desilusiones emocionales con personas que creía "amigas". 
En estas dos últimas dos semanas sobretodo, he llegado al límite de lo que una persona como yo puede aguantar.

Todos sabéis que soy de corazón sensible o frágil, como muchos habéis dicho. Y tenéis parte de razón, parte. Este corazón frágil donde lo véis, no ha tenido una vida fácil, como algunos saben, ni siquiera ahora lo es por motivos de salud familiares (ni os molestéis en preguntar, no es necesario), y sin embargo, con tantas hostias como me he llevado, ya os recalco que algunas no las soportaríais muchos de vosotros, estoy viva, luchando cada día y con una sonrisa que más quisieran muchas de esas personas positivas o coachers de la positividad.

Bueno, sonrisa que tenía hasta hace dos semanas, sonrisa que se encargaron de borrar con comportamientos pueriles y mentiras de muy diferente rango. 
Podría seguir hundida en la mierda a la que me han empujado, claro que podría, total muchos piensan que necesito ayuda profesional y quizá fuera la mejor excusa. 
Pero no, porque lo único bueno que tiene el que te hayan dado tantos palos en la vida, es que acabas adquiriendo técnicas para salir del agujero (resiliencia). 
Esto no te lo enseña un psicólogo o psiquiatra. Ellos pueden enseñarte a buscar esas herramientas en ti, pero si tú no quieres, nunca las encontrarás y nunca saldrás. 
Y yo, ¡oh, bendita coincidencia!, poseo tales herramientas y tengo un máster de bricolaje y reformas emocional, mental y espiritual.

Así que tras perder finalmente mi casi infinita paciencia y comprobando que el número de personas en las que puedo confiar, los puedo contar con los dedos de las dos manos y porque mi familia directa es numerosa, he decidido que ya es hora de dar por finalizado este capítulo de mi vida que dio comienzo en el 2010. 
Parecería obvio además que tras esto, fuera incapaz de relacionarme con otros seres bípedos (incluidos simios), dada la natural inclinación que tienen a hacer daño a sus semejantes. Pero hasta para eso soy rara. 
No puedo pensar que todos  los seres humanos (creedme si os digo que me cuesta llamar a algunos especímenes "humanos") son iguales, porque además sé que no es así. Por lo que supongo que seguiré equivocándome al confiar en la gente, pero puede que tenga suerte y encuentre personas en ese maremagnum de hipocresía, mentiras y paripés sociales.

He de añadir que además me llevo muchos recuerdos bonitos, entre escritos, fotos, tuits y experiencias vividas con personas. También me llevo las mayores desilusiones de mi vida adulta, claro, pero de todo se aprende, y en esta vida estamos para eso, aprender y evolucionar (de esta vida salgo con máster).

Por último, ya que no voy a agradecer lo que ya está agradecido, recordaros que todos somos únicos, lo que para mí es un alivio en parte porque así sé que no conoceréis a nadie más como yo al que se le pueda herir (esto va dedicado exclusivamente a esas personas que jugaron conmigo). 

Os deseo la mejor de las vidas a todos, donde queráis vivirla, como queráis vivirla y con quien queráis vivirla. 

Un abrazo afectuoso. 

Mon

P.D.1: Aquí donde me veis, siempre he sido real, lo que veis, es lo que hay. 
P.D. 2: Parece mentira, pero no he perdido el sentido del humor y poco a poco renace mi sonrisa.
P.D. 3: ¡Lo que me gustan las puñeteras postdatas! ;))



viernes, 4 de octubre de 2013

Dejad que sangre el alma...

Cuando todo parece morir, cuando algo parece rasgarse en el interior, sangro. 
Sangre salada y no metálica. 
Sangre sin color porque lo que se rompe no lo tiene. 
Sangre cálida que mana directamente del incendio que el dolor provoca en el alma...
¿Cómo podéis decir que es inútil llorar cuando esa sangre que brota deja salir ese fuego líquido evitando que destruya todo sentimiento a su paso? 
Si cuando estáis alegres ,sonréis y reís y lo veis un modo válido de expresarlo, ¿por qué juzgáis al que llora? 
¿No serán inútiles cualquiera de las dos expresiones de sentimientos por vuestra regla de tres?
Pues dejad que el alma sangre o cante, que explique lo que le pasa y aprended, porque de sus sonidos vendrá la cura de vuestra propia alma.



jueves, 12 de septiembre de 2013

Tras un beso...

Desnudas mis ganas enfrentadas a tu deseo, tus ojos atraviesan mi cuerpo buscando mi humedad, mientras tus dedos la encuentran al borde de mis labios.
En un baile improvisado, nuestros cuerpos explorando centímetro a centímetro ese nuevo camino de amor, cariño y sexo...
Lentos, profundos besos arrancan gemidos al apretar más las pieles, al agarrarnos tan dentro...
Y el calor que hierve la sangre, el placer que libera las lágrimas y risas, la explosión de un final que se convierte pronto en un nuevo comienzo...
Dos cuerpos empapados, extenuados, abrazados y enredados...dos cuerpos que se entregaron al acto del Amor, descubriendo que tras un beso se esconde un Universo...

Te deseo, te quiero, te amo...


miércoles, 28 de agosto de 2013

Mucho por sentir...

Sobre el amor escrito todo está.

 Sobre el tiempo que no pasa esperando que llegue el momento de acariciar al ser amado con palabras, con las manos, con los labios, con la piel.

Sobre el tiempo que se esfuma cuando agotas hasta el último beso en una estación de tren, sin querer que acabe, dilatando al máximo el momento de separar dos cuerpos que se extrañan antes de soltarse.

Sobre el amor se ha hablado de principios difíciles, de finales de película, de sinsabores superados, amores grandes, pequeños, amores violentos y suaves, amores tempranos y tardíos. De amor, en definitiva, se ha escrito todo.

Así que es imposible que yo cuente nada nuevo sobre el amor, sobre lo que es, sobre lo que se siente. Sobre esos nervios que surgen cuando descubres que sin verle, ya le echas de menos, cuando te despiertas pensando en él, cuando te duermes escuchando su respiración al otro lado de la línea, cuando tu corazón revienta de alegría cada vez que escucha su voz...

No hay nada nuevo que contar cuando descuentas los segundos para volver a verle, cuando agarras a cada instante tu móvil porque estarías siempre hablando con él. Cuando cada cosa que ves, que escuchas, que sientes te recuerda a él.

Y sin embargo, te lo quiero contar, porque cada amor es diferente, tiene sus matices, su intensidad, su propio fin según quien lo genere, según quien lo viva...
Te quiero contar, te quiero explicar que te amo como sé que nadie jamás pudo amarte, te amo hasta querer hacer tangibles tus sueños, te amo en total silencio de palabras, que no de sentimientos, te amo sencillamente con la mente, con el cuerpo, con el alma, siendo el único fin de este amor ser tuya totalmente... sin esperar nada más que que lo aceptes...

Sobre amor está todo dicho, pero aún queda mucho por sentir...






T'estimo tant que fins l'aire que respiro té gust de tu.

martes, 9 de julio de 2013

Ojos negros...

En mi vida, la muerte ha sido siempre algo tan cercano como el aire que me rodea. Con 4 años conocía bien el significado de palabras como espirar, fenecer, fallecer y morir. Entendía que no era dormir para siempre como me intentaron explicar al principio mis padres. 
No entraba dentro de la lógica que yo no pudiera ver a mi abuela sólo porque estuviera durmiendo. No tenía sentido que fueran a visitarla a un parque con nichos y con árboles altos y tristes que parecían querer escapar de la tierra (ahora me encantan los cipreses).
Entonces me explicaron lo que yo ya había leído por mi cuenta en los cuentos de Shakespeare. Entendí con todo el dolor el sacrificio inútil que Romeo y Julieta habían perpretado. Y lloré por la gente que, queriendo vivir, dejaba este mundo obligados por un accidente, enfermedad o por las manos de otros...

Aun con todo el dolor que significaba la muerte, en mi cuerpecito albergaba la esperanza de que simplemente el cuerpo muriera, que la mente y el ser de la persona fallecida escaparan en ese último suspiro, como cuando de pequeña soñaba que por un pinchacito en el ombligo, mi aire escapaba llevándose todo lo que soy y dejando sólo una piel vacía, un traje arrugado que ya no me pondría más…

Con estos pensamientos y sentimientos, fui creciendo, escuchando y aprendiendo lo que sobre la vida y la muerte como otro paso más y sin miedo, por inconsciencia o por asunción, todos nos dirigíamos a ese momento.

Ahora os estaréis lamentando por haber empezado a leer, pero para contar uno de los sucesos más extraños de mi vida adulta, necesitaba poneros en antecedentes de mi forma de pensar, sentir y vivir la muerte. Para el que haya aguantado hasta aquí, bienvenido y apalancaos al cojín que tengáis más cercano.

Ojos negros.

Despertar de un sueño de campanas que doblan llorosas para descubrir que el teléfono fijo grita haciendo añicos. Sé quien es...
-Sólo puede ser tu madre a estas horas, Juan.
-Ya voy-dice aún dormido.
Toca pasar por encima de su cuerpo y descolgar.
-¿Sí?...Hola, Clara...Sí, vamos a recogerte en cuanto tu hijo se despierte—mirada furibunda al durmiente— Bien, hasta luego.
-Podrías haberme dicho anoche que había que acompañar temprano a tu madre para ver como está el abuelo.
-¿Había quedado con ella?—dice con un ojo semiabierto


El olor de la jara de la autovía en ese mes de mayo me devolvía a mis paseos por el campo buscando margaritas, mis sentidos siempre al auxilio de mi mente agobiada por la realidad, una realidad que me llevaba a visitar a un anciano agonizante al que apenas conocía, al que me unía el dolor de su hija y su nieto, mi futuro marido.

Nunca me gustó el sonido de mis pasos en suelos de hospital, gomosos, con leves chirridos, me recordaba al silencioso paso de la muerte, al roce de sus huesos desnudos, hasta su olor llenaba los pasillos mezclado con el alcohol medicamentoso.

Al alcanzar la habitación del abuelo, un silencio, ese olor penetrante y una cama vacía. Yo ya sabía…
-¿Se lo habrán llevado a hacer pruebas?–dijo Juan.
Mi futura suegra me sujetó el brazo y sus temores me traspasaron de lado a lado.
Yo sabía…

De vuelta al pasillo gomoso, en mi cabeza flashes de "La milla verde" mientras los dedos temblorosos de Clara me traspasaban el brazo y al fondo el mostrador de las enfermeras. A cada paso que daba, más pesado se volvía el cuerpo de Clara, como si quisiera retrasar lo que ella y yo sabíamos. 

-Buenos días, venimos a ver al paciente de la habitación 181. ¿Saben si..
-Ha muerto esta mañana, ¿son familia?

Golpe seco, Clara y yo en el suelo, ella por la gravedad, yo arrastrada por la inercia. Juan echándole en cara a la enfermera su falta de tacto mientras otras enfermeras que pasaban me ayudaban a levantarme y subían las piernas de la desmayada. 

¿Y eso es la muerte? –pensaba yo al ver el cuerpo del abuelo en esa camilla metálica dentro de la nevera. Un cuerpo desnudo, pálido y huesudo bajo una sábana fina. Cuando dicen que la muerte nunca puede ser digna, tienen razón. 
Mientras tanto, carroñeros varios se lanzaban sobre la afligida familia, en este caso sobre Juan el único que mantenía la cabeza fría, ya que con Clara no se podía contar sumida en lágrimas, en frases cortas de incredulidad, en un duelo profundo del que tardaría en despertar.

-¿Tienen seguro de muertos? 
-Sí, ya hemos llamado.
-¿Quieren ir mirando ataúdes? ¿Va a ser incieración o tienen ya nicho? 
-Ya me dirán los del seguro que puede permitirse, pero el velatorio sé que será en casa. 

No pude evitar darme la vuelta al oír eso. ¿Velatorio en casa? ¿Tener al finado tan cerca como para que se le pueda tocar y oler? Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Ya era difícil ver a un muerto a través de una ventana de cristal, ¿qué noche íbamos a pasar si Clara no se tenía en pie sin tener contacto visual con su padre?

Nunca había estado en un velatorio en casa, los tanatorios siempre me habían resultado sitios más asépticos y apropiados. Además eran terreno neutral. En tu propio hogar, se juntaban los fantasmas del pasado con los actuales y entre el sonido de rezos y rosarios podías oír además las almas saludándose después de tanto tiempo... Espeluznante.

No me acerqué a menos de dos metros del féretro. Había tenido ya mi ración de cruel realidad por ese día. Así que, aprovechando que mis padres habían venido a velar y aunque me ofrecieron muy amablemente la cama del abuelo, me fui con mi madre al coche de mis padres para dormir un poco. Eran las cuatro de la mañana.

La casa del abuelo era una de esas casas bajas de pueblo con su pequeño patio y su murete alto. Mis padres habían aparcado su coche enfrente del edificio que había al lado de la casa. Un edificio de dos plantas que a oscuras no me decía nada. 
Mi madre y yo nos metimos en el coche, ella en el lado del conductor y yo en el lado del copiloto. Nos sentamos delante porque eran asientos totalmente reclinables y resultaban más cómodos para dormir.
Después de compartir impresiones sobre el ambiente de dentro de la casa, nos dimos las buenas noches y nos dimos la vuelta para estar espalda contra espalda, aunque sin rozarnos. 
Por mi ventanilla podía medio ver el edificio alto. Cerré los ojos y vi el edificio delante con una ventana en su segundo piso por el que se asomaba una pequeña figura humana. Una niña morena de unos seis años, vestida con un camisón blanco y sucio hasta los pies, los cabellos largos, la piel pálida como la luna y unos ojos negros, brillantes por las lágrimas que dejaron sus mejillas llenas de churretes... Y extendió su pequeña mano hacia mí...
Sin abrir los ojos, me di la vuelta bruscamente mirando hacia el lado en el que dormía mi madre y entonces abrí los ojos. Allí estaba mi madre que se había girado alertada por el alboroto que había montado al cambiar mi posición.
-¿Estás bien, hija?
-Sí, es que tardo en pillar la posición para dormir.
Mientras mi madre volvía a dormirse, yo creaba campos floridos en mi cabeza para olvidar esa llamada de auxilio. El sueño me alcanzó.

-Ha sido una ceremonia muy bonita, aunque he temido por tu madre cuando metían el ataúd en el agujero, creía que se tiraría dentro.
-Casi lo hace.
Era un día brillante, cálido y Juan y yo volvíamos a nuestra casa. La música puesta y en silencio. Cada uno pensando en sus cosas. Y a mi memoria regresó el recuerdo de la pequeña de ojos negros.
-Ayer me pasó una cosa muy curiosa mientras trataba de dormir en el coche. Vi a una niña pequeña, morena,...
-¿De unos seis años, en camisón? 
El sol pareció más apagarse un poco.
-¿Qué sabes de eso?
-Dicen en el pueblo que hace muchos años, desapareció esa niña. La estuvieron buscando por todas partes, incluso en el río que hay más abajo. Pero nunca apareció. Sospechan que la raptó y asesinó el pastor del pueblo, que era propietario del pajar que has visto al lado de la casa de mi abuelo. ¿Te dijo algo?
-Ayúdame...



Historia basada en hechos reales. 

lunes, 22 de abril de 2013

El Grito


El grito...


Sordos gritos de locura crecen en mi pecho y luchan por escapar, 
se arrastran y desgarran la carne por dentro. 
Siento que extienden sus dedos trepando en mi cuello, 
que se tensa, se estira para dejar escapar como un cañón de luz 
la desesperación de las noches vacías, 
la sinrazón de esas horas absurdas buscando a alguien que no soy yo...
Loca...sola...perdida...
 

lunes, 28 de enero de 2013

Tu sueño

No sé qué hago aquí. Escuchar, oler, recordar, sentir, llorar,eso es lo que hago, torturar mi alma...

¿Recuerdas ese sueño que me contaste? El río... Su inconsciencia que acaba con todo, tu autosuficiencia que te impidió pedir ayuda sabiéndome tan cerca... Y tú miraste atrás, un segundo de rabia, un segundo para  mirar a los que lloraban, para encontrarme entre ellos, sin saber qué hacer, como ahora...

¿Crees que llega el final cuando te despiertas llorando? ¿O puede ser la oportunidad que esperabas para cambiar el rumbo?

Y mientras tú me contabas tu sueño, mis lágrimas, las tuyas,... ¿no lloramos lo suficiente?

No sé qué hago aquí, hace tiempo que tú miraste atrás y me viste llorar con tus ojos de alguien muerto en vida...

Supongo que este río que recoge mis lágrimas, que abraza mi cuerpo cansado, acabará con otro sueño... el mío.



Interpreta ahora tu sueño y vive...